Escucha los claustros
Por favor, dale la mano al
sabor
Escúchalos, solos se les ve en
los ojos
Por favor, parid la vida de
color
Escuchando el llover, en los
pasos del segundo
Por favor, vierte la libertad
en mi vasija
Y de mi jarra te daré algo de
razón
La soledad, amiga del ciego y
del oyente
La que se acuesta hasta la
postrimería, con él.
Monte propicio para excogitar,
Lava propicia para atiborrar.
El carmesí flotaba expectante
Y la luz se deja entrever
Como esperando el silencio.
Duerme el silencio.
Y la manzana estallo de alegría
Y da su mano al tronco que
cacarea
Pero son ostras las que velan
Husmeando a donde irán.
El gato no se aquieta
Y la gata… inquieta.
Paz con un evohé
Sal con el café.
Con la palabra hui
Y el temblar cayó
Y el terraplén se perdió
Cuando es que viví.
En lo ancho lo vi
Y en balde cayó
Y luego se le oyó
Luchar por el sentir.
“De lo cual se tenía un deseo
vehemente.”